jueves, 24 de mayo de 2012

Las líneas rojas

Las líneas rojas
"En fin, las dificultades empiezan ahora para nosotros.
Son las dificultades que habíamos identificado, esperado, que habíamos entrevisto ."
Son estas las premonitorias palabras pronunciadas por el diputado socialista Alejandro Desrousseaux el 10 de mayo de 1936, días después de la victoria del Frente Popular.
Las cita Le Monde el 12 de mayo en su editorial: El estrecho margen de maniobra de François Hollande.

Piensa Paul Krugman, premio Nobel de economía, que la llegada de Hollande en el Elíseo cambiará la política europea en relación con la crisis.
No es seguro que pase todavía. Hasta que Alemania no entienda por sí o le hagan entender que o se arregla el conjunto de la economía en los países de la UE o no hay solución, tampoco para ellos, no cambiará la política económica europea.
Hasta que sus exportaciones no sufran para que los consumidores de la UE no puedan comprar y las empresas invertir el 63% de las exportaciones alemanas son en la UE-, hasta que no entienda que el problema lo tiene en casa y no fuera y que se necesita toda la fortaleza de la economía de la UE para salir juntos de la crisis, no habrá cambios en el rumbo económico actual.
Hasta que no haya eurobonos, el coste del servicio de la deuda para ciertos países, singularmente Portugal, Irlanda, España e Italia, que han de endeudarse individualmente, somete estas economías a una tensión difícilmente soportable para la dureza del mercado se concentra sobre los estados más débiles, que, sometidos a la disciplina de una moneda única, no tienen más alternativa que reducir gastos o subir impuestos y, por tanto, debilitar el output de sus economías.

En el balance de muchos bancos españoles hay activos inmobiliarios sobrevalorados.
El Estado ha decretado que estos han de aprovisionar, es decir, de soportar con dinero en caja la pérdida que se generará por la diferencia entre su valor contable y el real de mercado, es decir, para eliminar pérdidas encubiertas.
Esto tiene dos consecuencias, una es que limpia teóricamente el balance de los bancos, que dejarán de tener un "agujero", y por otro, un inconveniente, porque estas provisiones obligarán a los bancos a separar dinero de su negocio y como consecuencia habrá menos para hacer préstamos a empresas y particulares.

Las autoridades europeas y el FMI han mostrado su satisfacción por estas medidas.
Los mercados, su insatisfacción, que se ha traducido en una subida de los intereses de la deuda española.
La primera reacción se debe a la coherencia de la medida con la política oficial europea,
la segunda, a la duda de los mercados que el agujero de los bancos sea más grande de lo anunciado ya la certeza de que estas medidas harán más difícil el crecimiento y, por tanto, el retorno de la deuda.
Esta decisión debía tomarse para que no se puede vivir sobre una realidad falsa, es decir, pensando que la propiedad inmobiliaria que tienen los bancos vale lo que ya no vale, pero
¿por qué hacerlo como se ha hecho?
Sin una auditoría independiente de todos los bancos españoles ni la UE ni los mercados creerán que hemos hecho lo necesario.
No tenemos precisamente una trayectoria de credibilidad. Bankia y el déficit encubierto de ciertas comunidades autónomas han dado la razón a quien acusaba España de no ser fiable.

Hemos sufrido dos guerras en el siglo XX en Europa de las que EEUU nos han salvado.
La dirección que sigue Europa es errónea pero ahora es difícil que EEUU nos resuelvan otra vez nuestro problema por dos razones: no tienen ahora la capacidad económica que se necesita para hacerlo y el primer objetivo de EEUU no es Europa como lo era en 1916 y en 1941, sino Asia.
El problema que tenemos los europeos nadie más que nosotros mismos lo puede resolver.
La publicación de los datos de crecimiento de los estados de la UE en el último trimestre de 2011 y primero del 2012 no ayudan a reconducir la política económica europea.
Alemania, tras decrecer el último trimestre de 2011, -0,2%, vuelve a crecer en el primer trimestre de 2012, +0,5%, el Reino Unido, Italia y España están en recesión y Francia mantiene la posición, el crecimiento nulo.
El decrecimiento de la zona euro es claro, entre 2008 y 2011 se ha reducido en -0.6% del PIB desde el + 3% en 2007.
El cambio en el crecimiento trimestral no rompe la tendencia general, pero en un momento en que cabría esperar un empeoramiento que permitiera urgir y argumentar cambios por parte de Francia frente a Alemania, en favor del crecimiento,
la mejora de los datos de Alemania no ayudan al argumento.
Necesitamos por desgracia un empeoramiento general de la situación para hacer evidente la necesidad del cambio.

En un entorno económico como el actual hay voces que claman por romper determinadas reglas de la colaboración institucional entre administraciones, para no tener más paciencia y pasar a la acción convencidos de que los otros se equivocan, que esperar es una pérdida de tiempo que empeora innecesariamente la realidad.
En Cataluña hay partidos políticos e instancias que demandan la insumisión fiscal y el cierre de cajas.
En Europa algunos políticos griegos presentan la UE como injusta y discriminatoria hacia Grecia y ofrecen soluciones poco concretas que inducen a pensar a la ciudadanía que hay atajos que nadie sabe demasiado que son pero que alimentan un enfrentamiento entre la UE y el estado griego.
Alimentar el descontento, la confrontación, la frustración de la ciudadanía sin saber cuál es la solución y la salida es un error y una imprudencia.
Romper puentes es fácil; rehacerlos, difícil.
Una cosa es el bien común y la otra la defensa de las propias ideas, si éstas ponen en peligro aquel, deben pasar necesariamente a una segunda prioridad.

La oportunidad política en la negociación es también importante.
Cataluña ha elegido históricamente momentos inoportunos para presentar sus reivindicaciones en España.
La guerra de los Segadores en el siglo XVII, la de Sucesión e instauración en España de la monarquía borbónica en el XVIII, o la ley de contratos de cultivo de la República en 1934 son ejemplos palmares.
Parecería, pues, que la negociación de un nuevo plan de financiación para Cataluña debería hacer todo sabiendo que su implementación puede requerir años para que ahora las circunstancias económicas lo hacen extremadamente difícil.
Lo mismo puede decirse respecto de Grecia, se puede pedir una suavización de las condiciones financieras y una reducción estable de los tipos que paga Grecia por su deuda, pero no que se pueda vivir con un déficit crónico porque se gasta más de lo que se produce, sobre unas cuentas públicas falseados.
La democracia es un sistema político delicado que tiene un paradigma inexcusable: nadie puede salir de las reglas de juego.

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